Cuentos de Filemón Solo

lunes, 23 de abril de 2012

EPÍLOGO-CUCA La Historia de


     Nada se supo sobre la doctora “Cuca” por un largo tiempo. En tanto el mundo civilizado se reponía del desastre ocasionado por la invasión, volviendo, por una inveterada falta de buen criterio, a características parecidas a las que antaño poseyera. Finalmente ella misma rompió su silencio haciéndose presente a través de un mensaje que misteriosamente llegó a los principales medios de difusión, los cuales, ya que ese era su cometido (y no la publicidad, como muchos afirmaban), se ocuparon de propagarlo rápidamente.
La afamada científica se dirigía a todos los que fueran capaces de comprender, para hacerles notar lo que había ocurrido: “Esa subversión, esa alteración en el orden de las cosas, era solo la consecuencia de anteriores causas. Siendo el corolario de un accionar totalmente improcedente, cuyos responsables tienen la capacidad de realizar el desafuero, pero se encuentran imposibilitados de revertirlo; aún ante el extraño caso de así desearlo. Y no solo por su falta de conocimientos, sino a causa de su pensamiento, que absolutamente lineal y pequeño (cuando no interesado), los ciega ante las innumerables evidencias de la existencia de una armonía cósmica que no puede ser alterada sino ante el riesgo de desastres y cataclismos de magnitud impredecible.  
Llama aquí a la reflexión, cuestionando los sistemas imperantes, a los que califica como “resabios de un pasado ya perimido” y de “precarios remedos de concepciones políticas genéticamente defectuosas, sin exclusión ninguna.”
En tanto, y estableciendo un parangón entre lo colectivo y lo familiar, se pregunta: “Si los mayores atributos de un buen padre de familia no debieran ser aquellos relacionados con los sentimientos; pues son ellos los que guiaran sus mejores decisiones conducentes al bien común. Si lo expuesto fuera válido para la célula familiar sana que compone el tejido orgánico social, cuanto más para este último, que necesitará de un buen cerebro que razone, pero, y sobre todo, de un gran corazón que a este conduzca.”
Con referencias de gran predicamento, avaladas por su personal experiencia, la autora del manifiesto considera en este escrito, “que la auténtica meta del hombre como individuo es solo aquella que surja, espontáneamente sugerida, desde ese sitio ubicado en ningún lado y con decenas de nombres ya gastados por su mal uso. Evidenciándose, a veces suavemente en una personal inclinación o gusto, u ordenando otras en la urgencia de una vocación, el accionar y dirección de cada vida en particular, siendo conducente a su más caro anhelo: La Felicidad. La que a su vez resume en sí misma, una gran cantidad de condiciones, que no son otras que las que la hacen posible y perdurable.”
“Siendo este el auténtico destino individual, lo es, consecuentemente, también el de toda la comunidad humana, la que reconoce un origen en común y tendrá, más tarde o más temprano, un estado de comprensión, que le permitirá constituirse en ese nivel de conciencia donde no son necesarias las explicaciones. Allí mismo donde “se vive” una superior capacidad de integración con la creación. Donde es obvia la unión entre los infinitos elementos que la conforman, y, por tanto, el deseo egoísta ha muerto víctima de su propia deformidad.”
Luego de algunas apreciaciones sobre la responsabilidad que a cada cual cabe dentro los desatinos, de todo tipo y catadura, que se han cometido contra una biosfera que, como no puede ser de otra forma, a todos incluye, la doctora Perla Maris, la única persona en la historia a la que la humanidad toda le debe continuar en esta vida (ya buena, ya mala), incomprensiblemente pide excusas. Se disculpa públicamente por, tal ella misma lo expresa: “Haber abierto, sin notarlo, una puerta que debió permanecer cerrada, permitiendo de esta forma el ingreso de los ineptos a un sitio reservado solo para los sabios.” Finalizando esta extraña alocución con una expresión muy poco científica por cierto, haciendo directa y explicita mención a lo que denomina como un “postulado del sentimiento, que no admite mensura ni prueba de laboratorio”; sin más detalle sobre el particular.

Jamás nadie pudiera haber comprendido el porqué, ni significado, de este extraño discurso. Si bien se hacía palpable que, tal algunos históricos casos debidamente registrados, los poseedores de ciertos privilegiados cerebros en determinados momentos de sus vidas se deslizaban extrañamente hacia un evidente misticismo, esto no explicaba el porqué la más insigne científica de la historia debía presentar excusas ante un mundo al cual había salvado del exterminio. Muchos fueron los *prestigiosos *acreditados estudiosos de todas las ramas del “saber” humano que intentaron, infructuosamente, claro, descifrar el contenido explícito y subliminal del mensaje.
Sin embargo, algunos grupos de ignorantes e ignotos adeptos a raras creencias no oficiales y sin basamento institucional alguno, se lanzaron a predicar cierta interpretación, que según afirmaban, existía subyacente en el mismo -más lo que fuera de prístina exégesis-, pero, como el lector bien comprenderá, no fueron tenidos en cuenta por la inmensa mayoría de sus cautos congéneres.
Según se dice, las dos terceras partes de la población descreyeron de las enseñanzas de estas “sectas”, que en mucho hacían recordar a la de los primeros cristianos en Roma, y que sacaban a relucir viejas, olvidadas profecías ya descalificadas por los expertos.
Las especulaciones sobre los “quiso decir...”,  los “quizá se podría interpretar...”, y los “debemos aguardar la segunda parte de este documento que, seguramente...”, cesaron abruptamente al ser desplazada la opinión pública hacia noticias más urgentes. Las que daban cuenta de que en una nueva guerra, otra vez solo entre hombres, y recientemente comenzada en la zona del Golfo Pérsico, las tropas en pugna, primero, y la población en general después, habían contraído una extraña enfermedad epidémica. El mal, sin síntomas físicos, producía sobre el infectado tal grado de apatía que se dejaba morir allí mismo donde fuera que se encontrara negándose a recibir cualquier tipo de ayuda.
¡PADRE PERDÓNALOS, PUES AÚN SABIENDO LO QUE HACEN, IGNORAN LO QUE SE HACEN!


Apéndice

Luego de algunas, no demasiadas, consideraciones, y dado que el paso de los tiempos hace ya  innecesaria cualquier discrecionalidad, expondremos a continuación cual fue la principal actividad de la doctora “Cuca” durante el periodo en que decidió retirarse; previas algunas acotaciones, producto de una inesperada contribución ajena al autor de este escrito.

-Si bien muchos *prestigiosos estudiosos de la superficialidad humana se han manifestado en reiteradas ocasiones en contra de la vida en soledad, efectuando severas críticas sobre esta actitud; que van desde el tan mentado “escapismo” hasta la argumentación de que “el hombre es un ser gregario necesitado de su comunidad”. Obviando en sus opiniones que el retiro, tan vapuleado, ha producido los mayores logros humanos en casi todos los campos del conocimiento y, lo que es mucho más importante, de la sabiduría. El caso es que al alejarse de la sociedad, irremediablemente lleva uno algo consigo. Algo propio y mucho “ajeno”, elementos estos que serán escudo y lanza con los cuales batallar. Pues quien se va es precisamente quien decide no continuar escapando, sino que, por el contrario, se dirige valientemente al frente de lucha. Al campo en donde deberá medirse consigo mismo, sin subterfugios, distracciones ni postergaciones. Verse, antes que nada, sin los ropajes de ajenas opiniones, desnudo ante el espejo de su conciencia, que le devolverá, finalmente visible, la imagen de su propia personalidad. Aceptar, ¡qué remedio!, esa visión como el sub.-total de la ecuación que la vida le arroja hasta el presente. Luego, si sortea el desequilibrio de la locura, deberá abocarse, desde su reciente comprensión, a la labor a que está destinado. Sin nunca más poder, (tal lo hubo estado haciendo durante su permanencia “en sociedad”) aguardar quedamente, mirando distraído (y por cierto muy ocupado) hacia el paisaje exterior, hasta que, sorpresivamente, le sea entregado el comprobante con el saldo final de su cuenta; ahora ya irremediablemente cerrada.
Si es que alguien ha logrado engañarse a sí mismo, creyendo que un solitario retiro le facilitará el publicitado “no hacer nada”, ahí notará su error ante su absoluta imposibilidad. Cada cual irremediablemente acometerá, con o sin éxito, lo que cree, puede, guste o aborrezca realizar, con el único capital de aquello adquirido previamente, y según el caso. Aún ante la más firme decisión de permanecer totalmente inactivo, ya estará realizando algo: el nada simple dejarse (que como todo verbo indica acción) morir. Con lo que pondrá de manifiesto que “estará” (otro verbo) realizando un deseo.
No menos importante, aunque difícilmente notorio a la vista a los marinos de tierra, es que la posición geográfica, aunque lejana, no desvincula a los seres, jamás podría; tal su ciencia ya lo había demostrado acabadamente. Proveyéndose unos y otros del capital siempre renovado de la conciencia colectiva, campo cuántico, infoenergía o como quiera llamársele, que vincula, y siempre lo hará, a toda vida con apariencia de individualidad.
Es cierto que la distancia realmente separa, pero únicamente a lo menos importante, las personalidades.- 

A estas alturas, el narrador desea disculparse por estas digresiones, que obedecen a la incorporación de sus pequeños nietos como honorarios colaboradores. Licencia otorgada ante el supuesto de que la adición de estos axiomas infantiles, tal los que anteceden, pudiera divertir al lector amenizando el presente.
Aclarado lo cual, vamos en derechura al asunto que nos ocupa: la actividad de nuestra protagonista durante esos tiempos en los que no la alcanzó la crónica.
Luego de algunos meses de “escapismo” dedicados a la introspección, a largas caminatas por los añosos bosques, la lectura trascendente, la meditación y otras acciones igualmente carentes de crédito en esos tiempos, la doctora “Cuca”, inspirada, al parecer por alguna idea producto de estas actividades, se sumergió en una desesperada búsqueda del compuesto que revirtiera los efectos del “Desanimador”.
Debido exclusivamente al papel que recientemente le cupiera realizar, y en su carácter de impenitente investigadora, era privilegiada poseedora de algunos valiosos especímenes de los asquerosos ortópteros rescatados del masivo exterminio. Con la involuntaria ayuda de estos ejemplares, en el destacado papel de conejillos de indias, prontamente logró su propósito: devolver el ánimo a las contaminadas asquerosas cucarachas. ¡Genial Doctora!
Alentada por su éxito, e imbuida de la seguridad de que más tarde o temprano el hombre necesitaría de este “Revertidor” para sí mismo, decidió adaptarlo en sus efectos y aplicarlo precisamente a alguno de ellos, previa contaminación, claro está, con su flamante versión, obtenida, no sin esfuerzo, del ultrasecreto “Suplemento Dietario para Humanos”. Siendo, este último, de indispensable creación, en camino de lograr el susodicho “Revertidor”.
La dificultad estribaba en que en su laboratorio no contaba con ningún ejemplar de esta especie. Ninguno destinado a la investigación, que de los otros había por todos lados. Por este único detalle, el trabajo se vio obligadamente suspendido. Y así hubiera permanecido para siempre si no fuera por el invalorable aporte de un entusiasta (virtud indispensable para la prueba) moribundo alojado en el hospital local, quien, sin pedir mucho detalle, se ofreció voluntariamente como sujeto del experimento.
Luego de una pequeña aplicación del “Desanimador humano”, el hombre cayó prontamente en el más absoluto desgano. Comprobado lo cual, se procedió a suministrarle suculentas dosis de su opuesto: el “Revertidor”, también de uso para estos seres. Pero todo intento fue inútil, no hubo nada que lo detuviera en su camino hacia donde fuera que se dirigiera. Simplemente falleció víctima de la falta de deseos de no hacerlo.
La conclusión resultó lapidaria: “Los seres “inferiores” no conocen el desánimo ni la depresión. Si esto les es inducido, se revierte fácilmente. Por otro lado, los humanos pasan su vida luchando contra este enemigo interno que carcome, sin reemplazo ni sublimación, un ego agigantado por la ignorancia, produciendo un aparente vacío absolutamente carente de motivaciones. Esta penuria, una vez activada y exteriormente alimentada se hace invulnerable, ya que es parte inseparable de la mente de la especie en su actual estado de evolución.”

“Los males que sufrimos se asientan en el propio fundamento del pensamiento humano”
                                                       Pierre Teilhard de Chardin.


Aún después de haber transcurrido tanto tiempo de ocurridos los hechos en marras, no se ha descubierto, y a nadie ya interesa, el porqué la tercera parte de la población mundial no resultó afectada por la catástrofe que desalojó de esta vida a más del setenta por ciento de los habitantes humanos del planeta. Eso sí, todos los supervivientes guardábamos, y aún más que antes hoy lo hacemos, ciertas características que al parecer han sido definitorias para la naturaleza en el momento de decidir. ¡GRACIAS POR EL AMOR!

                                                                       Ignacio Elfo Terra Maris.
El relato de esta saga fue concluido durante la décima luna del cuadragésimo séptimo año del nuevo calendario. 
                                                                              
                                                                              Filemón Solo

*NdA: para una mejor comprensión del tema en cuestión, debe tenerse en cuenta la fundamental importancia que poseía el “prestigio”; tanto para este, cuanto para casi todos los asuntos conocidos.

*NdA: Acreditado: Participio adjetivo, “Se aplica al que tiene crédito (fama de bueno)”, textual.
Era casi tan importante, y dilecto hermano, del ya mencionado “prestigio”. Aún más, hubo quien afirmara que no puede existir este último sin haber logrado aquel primero.                                                                                                                                                                                 

*NdA: Si bien con el transcurrir de los tiempos, y la evolución tecnológica del armamento, las citadinas puertas entraron (ellas mismas) en desuso, no así las llaves que accionaran sus antiguas cerraduras, deviniendo finalmente en representativos, cuanto inciertos, símbolos de libre acceso a las poblaciones que antaño resguardaran.
  
  






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